Obras de hoy
25 de Marzo de 2015 | 25 de Octubre 2015
La naturaleza significa una verdad existencial profunda para el artista, y el mundo de sus sueños, de sus ideales, de sus temores también; se cristaliza en una pintura, evocadora sin ser descriptiva, imaginaria sin distanciarse del espectáculo circundante. Jarabacoa fue para Fernando Peña Defilló a la vez necesidad imperativa, cobijo y ermita: aquella elección incuestionable le aportó una perfecta simbiosis vital entre exterior e interior, y lo hizo volcarse hacia su obra. Así culminan abstracción y figuración, intensificando la una a la otra, proponiendo una visión muy personal de hombre inmerso en la inmensidad del universo y un tiempo sin fechas... Los consabidos recursos de una técnica y una academia totalizantes se reconvirtieron en el espíritu del paisaje; sin embargo, nuestra realidad geográfica está presente en la exquisitez iconográfica de este período contemporáneo que ya pertenece al tercer milenio. Los cuadros (algunos extensos como murales) abarcan la vastedad panorámica o la sugieren épicamente con una fuerza de expresión nueva; otros lienzos exaltan un refinamiento casi excéntrico en el colorido y una exploración repentina de los elementos vegetales. La paleta se apacigua: entonces sobresale la maestría en un tono verdiazul de gemas preciosas, ¡y mágicamente confiere al pigmento sustancioso la sutileza ligera de una acuarela! El cielo se fascina con su reflejo en la laguna... el sol llameante derrama palpitaciones sobre la capa de agua mansa... las redes de la mirada atrapan miríadas de pececillos... ¿o no serán más que fulgores movedizos? ¡Es que tanta creatividad suscita en nosotros un fenómeno hipnótico, una permanente metamorfosis inducida por la pintura! La obra de Fernando Peña Defilló alcanza las dimensiones alegóricas de un poemario, pincelando odas al trópico eterno.
PAISAJES DE MI INTERIOR
En el paisajismo de Fernando Peña Defilló, sobre todo en versiones recientes, nunca observamos una reconstitución de la naturaleza con un enfoque arquitectónico, ni un realismo fotográfico. Si bien el esplendor circundante llega a simbolizar la cosmogonía hasta los confines sin fin del universo, es justamente por ese repertorio diferente, por esa mirada fantástica, por esa exploración imaginaria, que sentimos la interiorización de la tierra en una pintura que vibra y deslumbra. El artista los ha llamado Paisajes de mi interior. Pertenecen a su intimidad visionaria y atraviesan una suerte de desmaterialización de las formas, los contornos, las líneas. Asistimos entonces a un génesis pictórico cuya atmósfera palpitante privilegia la luz y un cromatismo llevado al clímax, desde fulgores y centelleos llameantes hasta medias tintas y matices apaciguados. La fluidez vaporosa, la irradiación ígnea, los toques aligerados alternan líricamente. La paleta combina, contrasta, experimenta, embriaga, perturba incluso. Tal como hizo un poeta de antaño para expresar las vocales, ha sublimado en colores sus sentimientos, su espiritualidad, sus valores existenciales. Defilló afirmó: «Los colores para la pintura son como las notas para la música». Con esos colores, nuestro artista ha compuesto los paisajes de su interior... ¿no serán las sinfonías de Jarabacoa?
Inauguración Museo Fernando Peña Defilló
25 de Marzo de 2015