Antológica 02 | Fernando Peña Defilló
7 de Agosto 2018
El maestro Fernando Peña Defilló, protagonista de la escena plástica de la segunda mitad del siglo XX y los tres primeros lustros del XXI. Inició su carrera en 1950 -siendo estudiante todavía-, produjo algunas de las pinturas más emblemáticas del arte nacional, pintó hasta sus últimos días.
Nacido en Santo Domingo e hijo de un intelectual muy prestigioso, él implantó un lenguaje pictórico propio, un sistema de series a modo de variaciones sobre un tema, de nuevas perspectivas desde un trabajo sobre la forma, el espacio y el concepto.
La obra de Fernando Peña Defilló es acervo singular en la pintura dominicana. Por la originalidad y la firmeza de su estilo, la precisión y el vigor de su inspiración, la seguridad y el refinamiento de su oficio, él ha gestado un mundo de sensaciones visuales, personales y sociales.
Un infinito equilibrio estético nace de la meditación, lo visible y lo invisible, la vida y la muerte. Ese potencial expresivo totalizante en un pintor dueño de una cultura excepcional, se define por y para la dominicanidad y lo antillano: aquí, la autoctonía cimienta una producción que, sin discontinuidad, ha conservado sus rasgos de identidad a lo largo de seis décadas fructíferas.
Esta síntesis del caudal pictórico, entrega al arte y la cultura, sitúa históricamente a Fernando Peña Defilló, más aun lo define y por tanto introduce a percepciones, referencias, anotaciones, concernientes a la segunda antología del maestro y a su presentación.
Siguiendo el nuevo esquema museográfico y las etapas del itinerario profesional, la mirada debe dirigirse a cada cuadro, valorando las cualidades plásticas y el mensaje omnipresente, tanto en la abstracción como en la figuración, se ha puesto un cuidado extremo para que se aprecien en sus singularidades respectivas.
La riqueza de propuestas temáticas multiplica forma y color, ritmo y espacio, variando adrede el estilo… Así, éstos lienzos plantean ilimitadas vivencias vernáculas y espectáculos dominicanos que se extienden al mundo caribeño. Ahora los seguimos desde la primicia del 1950 hasta el 2009, en una creación inspirada siempre…
Al compás de los años van desfilando evocaciones de la naturaleza, retratos espirituales, criaturas reinventadas, copartícipes todos de un entorno real-mágico. Astros iridiscentes iluminan el mar; protagonistas, tan enigmáticos como verosímiles, comparten una imaginería fabulosa, mítica y cotidiana. Fernando Peña Defilló, hacedor apasionado, supo como nadie cruzar el umbral de su propia tradición.
La cronología del itinerario de Fernando Peña Defilló nos enseña que, detrás de la diversidad, subyace una unidad profunda, y simplemente es la del genio: la palabra que corresponde a un creador de excepción..
Fernando Peña Defilló logró enfrentar los retos del tercer milenio con una expresión visionaria y sobrenatural, aérea y transcendental -así el sublime tríptico Aire y Luz-. Son frutos de una teosofía particular y de un llamado a la paz, donde caben armoniosamente las creencias plurales.
El retiro del artista, enteramente dedicado a pensar y a pintar en el esplendor de Jarabacoa, ha favorecido la simbiosis entre ámbitos terrenales y celestiales que él desplegó metafóricamente -toda pintura es metáfora-, trátese de mozas, montañas o mariposas.
Danilo de los Santos, inolvidable e incomparable glosador de la obra de Papo, lo ha dicho:
“Al parecer Peña Defilló necesitaba completar el alcanzado universo después de sus ciclos ascendentes de la sobre-naturaleza que empezaron con los cantos sobre la materia y el espíritu hasta las sonoridades de las mudanzas y rotaciones de las almas transmigradoras del mundo.”
Marianne de Tolentino ADCA/AICA
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Apertura Antológica 02 y Defilló: De la Pintura a la Danza
7 de Agosto de 2018