EL RETRATO

4 de Agosto 2016

Fernando Peña Defilló es un pintor totalizante, que abarca espontáneamente las expresiones contemporáneas, modernas y neoclásicas conjugándolas en una formulación personal inconfundible, que además incluye el retrato. Todos hemos notado la presencia de los retratos en su producción artística. Le podríamos aplicar la definición que el propio artista propone del estilo realista: “una palpitante vida interior reflejada en la superficie de cuerpos y rostros”.

Consideramos que un cuadro expresamente pedido por un particular era algo ajeno a la personalidad del artista. Nuestra mirada enfatiza otros aspectos de la obra, pero esencialmente por la concepción que se suele tener del retrato: obra de encargo, semejanza con la realidad y un modelo... Sólo quienes formaban parte de la familia –así su hermana Elsita– y del círculo íntimo de Papo, tenían el respaldo privilegiado de una imagen.

Ahora bien, ser modelo...de sí mismo define el autorretrato. Aquí están dos autorretratos importantes que se sitúan en la madurez y la edad de la sabiduría, como un medio de buscar signos del destino y de interrogarse en el espejo... El magnífico y probablemente más famoso, el Autorretrato del rayo, funde la introspección, la entrega al arte y la integración a la naturaleza circundante. Cuando la edad avanza, curiosamente el autorretrato se orientaliza, como los personajes vestidos de religiosos e inmortales de la poesía que los japoneses representaban: Papo se pinta en atuendo de monje budista, y lo hace con un humor burlón.

Fernando Peña Defilló, lejos de ser un egotista empedernido, se complacía en insertar en su ambiente personal a sus amigos, luego tenía una predilección por sus pares, los pintores. ¡No podía faltar Picasso, y los hay inmortales! Los vemos retratados entre la fidelidad y la desenvoltura de siempre, pero con el rigor del dibujo, delineando a quienes admiraba, sino idolatraba... No nos sorprenderá que fueran los más ilustres del Renacimiento y del Clasicismo, pero, más allá de la historia, Durero está entre Rembrandt y Velázquez...

Ahora bien, cabría sostener que toda la obra de Fernando Peña Defilló se fundamenta en el retrato anónimo e imaginario de la condición humana, a menudo en la naturaleza, predominando los jóvenes: la linda chica de perfil es un ejemplo. En fin, el retrato según Fernando Peña Defilló, más allá de una cuidadosa selección de obras escogidas para esta exposición, permite reflexionar acerca de la creación total y la creatividad del querido e inolvidable maestro.

Marianne de Tolentino, Crítico de Arte.

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